De profesión… Papa

“Tener hijos no lo convierte a uno en padre, del mismo modo en que tener un piano no lo vuelve pianista.” (Michael Levine)
Recientemente me encontré con esta cita en un escrito que llego a mis manos, y de inmediato pensé que podría ser un excelente tema para desarrollar. Mientras volvía a leer la cita, recordé una extraordinaria dinámica que se desarrolló en uno de mis cursos. La misma consistió en determinar si para calificar a alguien de profesional este debe poseer un título universitario
Personalmente no apoye el postulado, a pesar de ser un apasionado por el aprendizaje, y de reconocer que nuestra preparación académica nos puede ayudar a alcanzar nuestros sueños. Desde mi punto de vista no debemos utilizar el nivel de preparación académica para clasificar a alguien como un profesional en su ámbito de trabajo. Tengo varias historias de la vida real, de hombres y mujeres que ciertamente son grandes profesionales y exitosos empresarios en sus áreas y que nunca alcanzaron un grado universitario.
Para mí, quien domine a cabalidad los requisitos indispensables en un área de desempeño es alguien a quien catalogo como un profesional. Ser profesional para mí no es solo educarnos lo más que podamos, ser un profesional es poner alma, vida y corazón en todo lo que se hace. El profesionalismo implica un compromiso con la excelencia. Pero no necesariamente con hazañas extraordinarias, sino con hacer de forma extraordinaria cada pequeña acción o proyecto.
De la misma forma que completar los cursos de un Juris Doctor sin haber revalidado no lo hacen abogado, haber tenido uno o más hijos no lo convierte a usted en un padre. Padre es un título que solo pueden ostentar aquellos que han demostrado ser dignos de él.
Hace un tiempo me encontré con la esposa de un amigo de muchos años. En esta ocasión me encontraba acompañado de mis padres a quienes les presente. Tiempo más tarde, me volví a encontrar con ella y me dijo que su esposo le había compartido que mi papa había fallecido y que ella había quedado totalmente consternada. De inmediato me di cuenta de lo que había ocurrido, y le aclare la información.
Quienes me conocen saben que mi papa biológico a quien todos conocían como “Cheo” falleció hace varios años. A quien yo le había presentado no era mi papa bilógico sino el esposo de mi mama. Solo que ese hombre del cual no llevo su apellido, se ha convertido en mi papa y así lo presento siempre. Ese gran hombre se ha ganado ese título, en primer lugar por quien ha sido con mi madre por tantos años. De igual forma es mi papa, porque hizo de mí y de mi hermana sus hijos y nos ha tratado como tales. Ese hombre ha estado presente en el nacimiento de mis tres sobrinos, y ha sido el mejor abuelo del mundo con cada uno de ellos. De igual forma ha estado en cada momento importante de nuestras vidas. Por todo eso y por mil razones más, orgullosamente puedo decir que Gerardo Rodriguez es mi papa.
“No es la carne y la sangre, sino el corazón, lo que nos hace padres e hijos.” (Friedrich Schiller)
Esto es prueba fehaciente de que para ser padre no hay que engendrar, para ser padre solo hay que estar presente y hacer lo que le corresponde hacer. Cuando un hombre se convierte en padre, sus prioridades tienen que cambiar en 360 grados. Aquello con lo que soñé tiene que estar condicionado a las necesidades y responsabilidades que implican la paternidad responsable. Mi buen lector, ser padre no es haberte acostado con una mujer y haber engendrado un ser. Los padres de verdad, siempre pondrán las necesidades de sus hijos por encima de las suyas. Un padre real está presente en cada momento de la vida de sus hijos.
Siempre habrá quien pueda