“Cuando todo parezca ir contra ti, recuerda que el avión despega contra el viento, no a favor de él.” (Henry Ford)
El gran exponente de “Salsa” Ruben Blades en su canción “Pedro Navaja” inmortalizo la frase “la vida te da sorpresas”. Y es que sin duda la vida se trata de nuevas y diferentes experiencias de gozo y victoria, y en otras de dolor y derrota. Como sobrepasamos estas últimas dependerá absolutamente de nuestra actitud ante ellas. A este proceso muchos le llaman resiliencia y en ocasiones puede llegar a convertirse en longanimidad.
Así que para profundizar sobre los conceptos de resiliencia y longanimidad, les voy a compartir una historia verídica de una mujer que atravesó lo que personalmente considero una de las más duras, terribles y dolorosas experiencias de vida. A través de su historia juntos podremos determinar si al final atravesó un proceso de resiliencia o si alcanzo la longanimidad.
Todo comenzó con una llamada telefónica que cambiaría el rumbo de su vida, y la de toda su familia y amigos para siempre. Para salvaguardar su derecho a la privacidad, a esta mujer le llamaremos Gracia. Al levantar el teléfono de su casa para responder, Gracia recibe la noticia que su segundo hijo a quien llamaremos Ivan, había sufrido un accidente de playa y estaba en el Centro Medico de una ciudad cercana a su residencia. Al llegar a la clínica el cuadro ya se había complicado y era mucho más difícil de lo que ella y sus otros dos hijos se habían imaginado. A solo cuatro horas del accidente su hijo ya no respondía a la voz de nadie. Había comenzado un proceso hacia un estado de coma no inducido.
Iván había salido aquella tarde del domingo 15 de abril de 1984, junto a sus dos mejores amigas para disfrutar de una tarde de playa. Pero el plan del universo era muy diferente al que ellos habían planificado. Al entrar al agua una de sus dos amigas fue arrastrada por una repentina corriente submarina. Ella comenzó a gritar por ayuda y sin pensarlo Ivan se lanzó al agua para socorrerla. Después de haber luchado contra las corrientes y haber logrado sacar a su amiga de la zona de corrientes, su cuerpo ya agotado fue entonces arrastrado por las mismas corrientes.
Un grupo de chicos que se dedicaban a surfear, se lanzaron a su ayuda y finalmente lograron sacarle de las aguas. Pero su cerebro había estado demasiado tiempo sin oxígeno provocándole una anoxia cerebral, la cual le ocasionó graves lesiones neurológicas. Durante diecisiete días Iván dio la batalla por su vida bajo un profundo estado de coma, pero finalmente el primero de mayo de 1984 el universo decidió poner fin a su vida en el plano físico. Dejando este mundo con la satisfacción de hacer realidad la palabra que se registra en la Biblia en el libro del evangelista Juan cuando dice; “el amor más grande que uno puede tener es dar su vida por sus amigos.”
La responsabilidad de darle aquella fatídica noticia a su madre descanso sobre los hombros del hermano mayor. Gracia parecía que desfallecería junto a su hijo, su llanto incontenible y sus gritos de dolor estremecieron su habitación. Tuvo que vivir una terrible espera hasta que el cuerpo de su hijo le fue entregado. Pero desde el primer momento aquella increíble mujer demostró ser un ejemplo viviente de resiliencia y longanimidad. Al llegar el cadáver a la funeraria fue ella personalmente pidió encargarse de peinar y vestir el cuerpo de su amado hijo.
Durante todo el proceso del velatorio permaneció al lado del féretro como custodiándole. Y fue ella quien ofreció el mensaje de duelo a toda la multitud que hizo acto de presencia. De pie y firma hasta ese momento final y de allí a comenzar su proceso de resiliencia junto a sus otros dos hijos.
“Debemos aceptar la decepción finita, pero nunca debemos perder la esperanza infinita.” (Martin Luther King)
Mucho se ha escrito sobre el concepto de la resiliencia, el tema ha sido cubierto en libros, ensayos, artículos, estudios, y conferencias entre otros. Pero esta inmensa cobertura en ocasiones parecería que se pretende circunscribirle a solo la idea de que demostramos resiliencia solo cuando afrontamos una situación adversa y la sobrepasamos. Pero la resiliencia demanda que en adición a superar la adversidad, necesitamos salir fortalecidos de ellas. En otras palabras necesitamos haber aprendido la lección y comenzar un nuevo tiempo con más fuerzas de las que teníamos antes de la adversidad.
Gracia, no solo superó con el pasar del tiempo aquel fatídico evento, sino que también demostró una mayor fortaleza de espíritu. Como respuesta a los limones que le había lanzado la vida, ella decidió que tenía que hacer algo más que llorar. Había que apoyar a otras familias que como la de ella estaban atravesando una situación adversa con algún miembro de su familia. Para esto se unió al grupo de voluntarios de la entidad “Make a Wish” o los hacedores de deseos en español. Dedico gran parte de su tiempo libre en identificar y visitar a diferentes familias con hijos con algún tipo de condición terminal para apoyarles a que uno de sus sueños se le pudiera hacer realidad.
Amado lector de eso se trata la vida, de dar por gracia lo que por gracia hemos recibido. De entregar gran parte de nuestro tiempo a servir a otros que como nosotros en algún momento estén atravesando una difícil experiencia. En ocasiones solo se trata de dar un fuerte abrazo y una dulce palabra de aliento. Uno de los ejemplos de solidaridad más hermosos por parte de la naturaleza es el vuelo de los gansos. Cuando uno de los de su bandada enferma y tiene que bajar a tierra, dos de sus compañeros toman la decisión de bajar junto a él y le cuidan y apoyan hasta que se sobreponga o que finalmente fallezca. La solidaridad debe ser un acto que brote de nosotros de forma totalmente espontanea.
No podemos pretender decir que estamos trabajando en un proceso de transformación personal sino tenemos la capacidad de conmovernos ante el dolor ajeno, y movernos en pos de al menos intentar hacer menos difícil su camino por el dolor. Pero ser resiliente tiene que involucrar una mayor participación de nuestra parte. Ser resiliente no es solo sobrepasar nuestras adversidades, sino también debe servir de ejemplo para otros con nuestra respuesta a la adversidad. Se dice que la fe es un acto de confianza, somos gente de fe cuando creemos firmemente en que el universo nunca dejara de ser nuestro más fiel aliado. Somos gente de fe cuando confesamos que los vientos de la vida siempre llevaran la barca de nuestros sueños a un puerto seguro.
Por eso, pasamos de la resiliencia a la longanimidad cuando aún en medio de nuestra más dura y difícil experiencia de vida, nos mantenemos firmes sobre nuestros principios y valores. Somos gente que demuestra longanimidad cuando no renegamos a la vida por las espinas que acompañan las rosas. Las adversidades lejos de convertirse en armas letales para nuestra fe, tienen que ser vistas como las herramientas necesarias para fortalecer nuestra confianza en que hay alguien o algo que guarda de nosotros. La longanimidad tiene que ver con entender que llegar a la meta no siempre será a través de un camino recto. En ocasiones la vida nos lleva a travesar por experiencias mucho más difíciles que las descritas en la famosa novela inglesa “Cumbres Borrascosas”.
Hoy posiblemente podamos estar atravesando algún tipo de situación adversa que este minando nuestras fuerzas y hasta nuestra fe. Pero hoy también es buen día para dejarle de llamar sueños a tus sueños y cambiarle el nombre a un plan. Como les mencione al comienzo de este escrito, la vida se trata de nuevas y diferentes experiencias cada día. Lo que siempre hará la diferencia será la actitud con la nos enfrentemos a ellas. Hoy es un buen día para comenzar hacer de los limones que has recogido en el camino una Rica Limonada. La vida se trata de lo que tú te propongas hacer de ella.
“Aprende a ser feliz con lo que tienes mientras persigues todo lo que quieres.” (Jim Rohn)
Gracia pudo haber decido sumergirse en el dolor e ir perdiendo su mente hasta desconectarse de este mundo, para no tener que lidiar con la realidad de que la vida le había arrebatado un pedazo de su corazón. Su vida sin duda jamás volvería a ser la misma, un pedazo de ella no estaría jamás a su lado, pero el legado de amor, pasión y entrega que represento la vida de su hijo Iván, tenían que ser más que suficientes para seguir dando la batalla por ella, por sus otros dos hijos y por todos aquellos a quienes pudiera impactar con su historia.
Pero no quisiera finalizar este escrito dedicado a la resiliencia y la longanimidad sin contarles cómo llega esta historia verídica a mis manos. Así que les quiero confesar que esa mujer a quien he llamado Gracia es en realidad es mi madre, y que ese joven llamado Iván que dio su vida por la de una amiga fue mi segundo hermano. Haberme decidido a escribir sobre estos dos temas que me apasionan (resiliencia y longanimidad) tomando como base la más dolorosa de todas las experiencias que me haya tocado vivir no ha sido fácil para mí.
En varias ocasiones tuve que dejar de escribir para respirar y poder calmar mi llanto. El dolor nunca desaparecerá por completo. Pero aquellos que estamos trabajando por ser gente con un mayor nivel de desarrollo personal y profesional, necesitamos en ocasiones dejarle saber a otros que nuestra vida no ha sido un mero jardín de rosas. Cuando hemos atravesado caminos de rosas siempre hemos sido también lastimados por sus espinas. Pero sin lugar a dudas, esa fuerza mayor que nos acompaña nos ha hecho permanecer de pie, dispuestos y disponibles para seguir dando la batalla.
La invitación hoy es a una profunda retrospección, el llamado es a que demos un viaje hacia lo profundo de nuestro ser. Hoy los invito a descubrir que cuando pensamos que nos hundimos o que somos arrastrados por una repentina corriente, tengamos la absoluta certeza que el universo siempre enviara a un buen amigo a nuestro socorro. Hoy es un buen día para que comencemos con un nuevo proyecto de transformación para nuestra vida. No olvidemos ese hermoso consejo que contiene la poderosa frase de Virgilio que dice; “ellos pueden porque creen que pueden.” Nosotros lo podemos lograr, podemos ser cada día más resilientes, podemos llegar a alcanzar la longanimidad y sobre todo usted y yo podemos hacer siempre la diferencia siendo luz en medio de la oscuridad.
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