“Sólo triunfa en el mundo quien se levanta y busca a las circunstancias y las crea si no las encuentra.” (George Bernard Shaw)
Hace algún tiempo mientras escuchaba una conferencia ofrecida por Alex Rovira, uno de mis escritores españoles favoritos, una de sus frases se hizo “rehma” en mí.
“La diferencia entre lo posible y lo imposible es que este último llega un poco más tarde.”
Uno de mis libros favoritos de Alex es “La Buena Suerte”, donde se narra la épica aventura de Sid y Nott, dos caballeros que compiten por encontrar el lugar del Bosque Encantado en donde nacerá un Trébol Mágico de cuatro hojas que proporciona la suerte sin límites. Si no han leído el libro les exhorto que cuando tengan la oportunidad lo lean, no se van a arrepentir.
La historia narrada en el libro “La Buena Suerte”, nos permite identificar porque algunas personas logran sus sueños, metas y anhelos y otros no. Es un maravilloso libro sobre desarrollo personal que todo líder o quien esté pensando en emprender debería leer. Mi experiencia personal me hace validar sin lugar a dudas, que alcanzar nuestros sueños no es un asunto de buena suerte. La suerte es un elemento sobre el cual no tenemos injerencia, por el contrario la Buena Suerte si está bajo nuestro total control. La Buena Suerte se produce como resultado de nuestra capacidad para crear las circunstancias adecuadas para que el terreno en el cual vamos a sembrar nuestros sueños, sea uno fértil. Así que tomando esta idea como base, hoy te hablo de cómo desarrollar circunstancias que hagan que tu Trébol Mágico pueda nacer. Porque no puedes olvidar que tú eres el único responsable de crear tu propio destino.
Aquí les dejo este maravilloso video del nacimiento de una flor para que entendamos que si creemos podremos crear.
En ocasiones escuchamos decir a personas que este o aquel sí que ha tenido suerte en la vida. Esto en referencia al éxito alcanzado de estas personas, sin poder comprender que sus logros son el producto de su propio esfuerzo y dedicación. Nuestro futuro personal y profesional no es algo que podemos dejar al azar. Por el contrario, nuestro destino es nuestra más importante responsabilidad, y es el resultado de todo eso en lo que creemos. Como dice Alex Rovira en una de sus frases y cito; “Lo crees tiende a ser lo que creas.” Porque sin lugar a dudas si no podemos tener la capacidad de creer que si podremos entonces no podremos crear nada. Por eso amo esa poderosa cita de Virgilio cuando dice; “Ellos pueden porque creen que pueden.” Porque para poder levantarnos, montar nuestro corcel, y cabalgar hasta lo más profundo del bosque encantando de la vida, hay primero que creer sin dudar que no solo encontraremos el Trébol Mágico de nuestros sueños, metas y aspiraciones, sino que allí encontraremos todo un valle repleto de tréboles mágicos.
Alcanzar ser feliz comienza con creer en la felicidad, pero si por el contrario nos mantenemos sumergidos en nuestras tragedias, pasaremos el resto de nuestras vidas representando el mismo papel en la misma tragicomedia. Ser feliz no tiene que ver con lo que tengo, con lo que he alcanzado o con lo que represento en la sociedad. Ser feliz es tener todo lo que necesito para que mi mente, alma y espíritu logren alcanzar la paz. Mientras usted y yo vivamos lamentándonos por la vida que nos ha tocado vivir, y no tengamos el valor para levantarnos en fe, totalmente confiados en nuestras capacidades no lograremos mucho en la vida.
Ser feliz es una elección, pero lo es solo para los que hemos aprendido que independientemente de mis circunstancias yo elijo ser feliz. Para poder ser feliz solo necesitan tres elementos; un corazón agradecido, un alma llena de nuevas esperanzas y una actitud positiva ante la adversidad. El rechazo a seguir viviendo sumidos en lo que paso ayer, es la clave para comenzar a ver la vida con esperanza. Es dar paso a dejar ir, soltar, deshacer y olvidar. Solo con las manos vacías seremos capaces de recibir todo lo bueno y lo no tan bueno que la vida nos haya preparado.
Pero para que eso que creemos pueda dar paso a crear eso que queremos, entonces necesitamos revisar nuestras creencias. Ciertamente nuestras creencias son ese conjunto de ideas que otros nos han enseñado. El asunto está en si eso que nos enseñaron y que tomamos la dedición de convertir en una creencia sea cierto y correcto. Las ideas, conceptos y preceptos que hemos recibido de parte de otros deben sin duda ser filtrados por nuestra capacidad de discernimiento propio y de nuestro libre albedrio. Lo que otros crean de un elemento no tiene por qué convertirse finalmente en uno de nuestros conceptos y creencias.
Este proceso se dio por mucho tiempo en términos del traspaso de creencias sobre conceptos de preferencias políticas. En el pasado los hijos regularmente solían alinear su preferencia con la de sus familiares. Hoy es evidente como estas nuevas generaciones de “Millennias” y “Centennials o Generación Z” desarrollan sus preferencias políticas basadas en lo que ellos entiende es lo mejor para ellos y sus metas. Para algunos podría parecer una barbarie, pero para mí esto es solo el reflejo de un despertar a que lo que crees eso tiendes a crear. El éxito necesita ser visto siempre con optimismo y con un deseo genuino de transformación. Con nuevas y refrescantes ideas, pero al mismo tiempo con la defensa férrea de nuestros principios y valores. Pero que queden claros, que hablo de mis principios y mis valores, no los de aquellos que inicialmente intentaron sembrar en mí.
Para el buen sembrador, la confianza en la cosecha no está cimentada en la semilla, sino en el terreno en donde sembró la semilla. Para que una semilla pueda finalmente germinar primero tiene que morir, y luego los nutrientes y demás componentes del terreno serán los que den paso al proceso de desarrollo de aquella semilla germinada. Así ocurre también en nuestra vida, para que podamos ver realizados nuestros sueños, metas y anhelos, necesitamos asegurar que el terreno en el que estamos sembrando tenga los componentes necesarios. Pero si esto no ocurre no es razón para que decidamos no persistir. Por el contrario, ese es el momento en el que usted y yo nos tenemos que dar a la tarea de crear las circunstancias adecuadas, para que nuestros tréboles de cuatro hojas puedan finalmente nacer.
Crear las circunstancias significara en ocasiones grandes procesos de transformación. Procesos que por supuesto tienen que comenzar en lo profundo de nuestro ser. Otra de mis frases favoritas, esta vez del gran Seneca dice y cito;
“Algunas veces debemos desechar los grandes pensamientos, y seguir los que las circunstancias nos inspiran.”
En ingles existe un concepto llamado “think out of the box”, que podría representar una acertada explicación a esta gran cita. En otras palabras “para poder ver lo que nunca has visto hay que comenzar hacer lo que nunca hemos hecho.” Sentados por horas y horas frente al televisor, no podremos lograr esa meta, sueño o anhelo esperado. Para lograr correr en un “Iron Man”, necesitamos levantarnos y comenzar al menos a caminar. Eso por lo que estas esperando y que el universo reservo para ti, está allí esperando por ti. Pero no lo alcanzaras hasta que comiences a moverte en fe y creas que si lo puedes crear en el plano físico. No es un asunto de confesiones ni declaraciones, es un asunto de “verbo”, es actuar, es accionar, es moverte, es creer.
“Los hombres están impacientes por mejorar sus circunstancias, pero son pocos los que están dispuestos a mejorarse; por lo tanto siguen estando en las mismas circunstancias.” (James Allen)
Crear las circunstancias es llevar a cabo los cinco pasos que persigue nuestro proyecto de “Arquitectura Emocional”. Creamos las circunstancias cuando una vez tenemos claramente definido nuestro norte o meta, decidimos que nuestro enfocarnos totalmente sobre ella. Y estar enfocado es atender de forma prioritaria esa meta, es dividir nuestro plan en partes iguales que nos faciliten ir completando las tareas de forma mucho más efectiva. El enfoque requiere evitar a toda costa diluir nuestras energías. Como diría mi amada abuelita, “una cosa a la vez”. Para evitar caer victimas de ese refrán que dice; “el que mucho abarca poco aprieta”.
Pero ese mismo enfoque nos hace activar nuestro segundo paso, “comprometernos”. Cuando usted y yo nos comprometemos asumimos la actitud de hacer lo que sea necesario por lograr la meta. Cuando nuestro corazón es flechado por cupido y sentimos que esa o ese es el indicado o indicada, nuestro ser nos llama a comprometernos en que pase lo que pase estaremos dispuestos y disponibles para alcanzar su amor. Para poder alcanzar nuestras metas necesitamos enamorarnos de esa meta. Es necesario que cuando pensemos en ese momento en que logremos alcanzarla los latidos de nuestro corazón aumenten.
Sin compromiso no será posible entonces desarrollar persistencia, y este es nuestro tercer paso. Persistir es continuar sin desmayar, es estar dispuesto y disponible en hacer lo que sea necesario hacer y por el tiempo que así sea necesario. Cuando hablamos de persistencia hablamos de dos grandes y poderosos elementos; firmeza y constancia. Para persistir hay que ser gente firme en sus convicciones; firmeza habla de valor y tenacidad. Cuando somos firmes mantendremos nuestra posición con respecto a un asunto a pesar de que los que nos rodean puedan cambiar su posición. Constancia por su parte nos habla de ese sentido de obrar siempre de la misma forma. Ser alguien constante es no permitir que las circunstancias controlen mi posición. Como dijo Esther a su pueblo cuando urgía que se presentara frente a su Rey. Sin una sola duda en su mente ella pronuncio esa poderosa frase que dice; “iré y me presentare ante el Rey, y si perezco pues que perezca.”
Es esa firmeza y constancia las que producen la persistencia, esa que a su vez permite que abracemos a la paciencia como nuestro cuarto paso. Esperar no es una tarea ni fácil ni agradable, porque por naturaleza el hombre es impaciente. Pero sin paciencia no será posible dar paso a que cada uno de los procesos para completar nuestro desarrollo personal pueda ser alcanzado y superado. La paciencia es la actitud que lleva al ser humano a poder soportar contratiempos y dificultades para conseguir algún bien. Sin paciencia a la menor dificultad sucumbiremos y muy probablemente desistiremos de nuestra meta, sueño o anhelo.
Y por supuesto que será esa capacidad de esperar pacientemente la que dará paso al desarrollo del eje central de todo proceso de transformación, la ética. De nada nos servirá estar enfocados, comprometidos, persistentes y pacientes, si nuestro obrar no representa los más elevados estándares de ética personal y profesional. Ser ético como les he mencionado antes es “hacer las cosas bien aun cuando nadie nos ve”. La ética no es un concepto más, ética es el concepto y estilo de vida de quienes no solo quieren alcanzar el éxito, sino que quieren permanecer en el.
No tengo idea si estás dispuesto en acompañarme a cabalgar hacia lo profundo del bosque mágico donde nacerán miles de tréboles de cuatro hojas, que nos harán más exitosos de lo que hayamos pensado. Yo tengo listo mi corcel, mi capa y mi espada, tengo clara mi meta, y voy totalmente enfocado en alcanzarla. Ya confesé mi compromiso en persistir hasta encontrar mi trébol. Pero antes de todo, repase mis principios y valores para mantener una actitud ética durante todo el camino. No tengo dudas de que mi trébol de cuatro hojas nacerá y veré mi sueño hecho realidad. Yo lo creo y porque lo creo lo voy a crear.
La pregunta es, ¿me acompañas a crear nuestro destino?
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