top of page

¡Que nunca termine su cuarentena! Mi

IMG_7572

“La vida no se trata de encontrarse a sí mismo. La vida trata sobre crearse a sí mismo.” (George Bernard Shaw)

En muchos de nuestros países nos encontramos bajo una orden gubernamental de “Toque de Queda” o “Lockdown”. La orden ha sido que nos quedemos en casa, que hagamos nuestra parte, que evitemos salir de nuestros hogares por nuestro bien y el de todos. Y así lo hemos hecho una gran parte de la población. Pero sé que sin duda estamos ansiosos por regresar a nuestras vidas normales y salir a donde queramos sin ningún tipo de restricciones. Los resultados de este corto periodo de cuarentena ya son mundialmente notables. La naturaleza ha dado muestras de agradecimiento por detener nuestro afán en contaminar todo lo que esté a nuestro paso.

Pero en pocas semanas muy probablemente regresáramos al extrior y volveremos a convertirnos en ese poderoso virus humano, que ha intentado desde siempre acabar con el mundo en el que nos ha tocado vivir. Pronto volveremos a las calles a contaminar todo lo nos encontremos de frente. Y eso en realidad me aterra, y me ha llevado a meditar sobre que debo dejar para siempre en “Lockdown” y nunca permitirle salir. He meditado sobre esas costumbres terribles que no solo dañan al planeta, sino que en muchas ocasiones son capaces de acabar con todo ser viviente.

Sobre eso que deberíamos mantener en cuarentena eternamente, y nunca dejarle volver a salir, sobre eso a lo cual no debemos volver a darle cabida en nuestras vidas y sobre esos conceptos preconcebidos que tanto daño han hecho a muchos, sobre todo eso es que hoy te quiero hablar. Así que, si has llegado hasta aquí, te animo a continúes leyendo, para que no te pierdas de los detalles sobre qué y que no, dejar salir jamás.


“¿Quién eres tú para juzgar la vida que vivo? Sé que no soy perfecto, y no pretendo serlo, pero antes de empezar a señalar con el dedo… ¡asegúrate de que tiene las manos limpias!” (Bob Marley)

Una de esas prácticas que debemos dejar en cuarentena para siempre es nuestra obsesión por juzgar la vida de los demás. En la mayoría de los casos no somos capaces de sobre llevar nuestras vidas pero vivimos dedicados a cada detalle de la vida de mi prójimo. Somos expertos en psicología y para cada acción o comportamiento nosotros tenemos nuestra evaluación e incluso nuestros diagnósticos. Somos expertos en señalar las pequeñas faltas de nuestro vecino, pero no logramos pararnos frente al espejo y ver nuestras propias atrocidades. Nos han adoctrinado con lo que es correcto e incorrecto para algunos. Nos han hecho creer en los mismos cuentos que les contaron a ellos, pero lo más terrible es que muchos de nosotros a la fecha de hoy nos los seguimos creyendo.

Una de las palabras que yo erradicaría de nuestro lenguaje es la tolerancia. Para mí, esta palabra es la raíz de la hipocresía. Usted no tiene que tolerar nada, la vida no es asunto de tolerar el estilo de vida de los demás, las opiniones de los demás, los valores y principios de los demás. Usted y yo estamos llamados a respetar cada uno de ellos, y no a tolerar. Porque tolerar es como decir, “pues ni modo”, “que remedio”, y los que se quieren poner más religiosos aun, “yo lo tolero porque la Biblia me dice que tengo que amarlos”. No amigo mío, usted no tiene que hacer nada que usted no quiera. Cuando usted muestra respeto por una idea o concepto diferente al suyo, usted no lo hace porque se le obligue, no tolere, mejor respete. Usted y yo hemos decido respetar porque reconocemos que cada uno de nosotros tiene derecho a vivir como quiera vivir, si con su vida ni daña la suya ni la de los demás.

Saque de su cabeza la idea de que su verdad es absoluta y que no existe otra verdad. Esa línea de pensamiento de la verdad absoluta, solo es evidencia de que usted está absolutamente equivocado. Cuando termine este periodo de cuarentena y podamos regresar a la libre comunidad, sería maravilloso que dejáramos presos todos nuestros prejuicios, todos nuestros complejos de superioridad, y todas esas ideas, conceptos, valores y principios tan distantes del único principio real, “que amemos a nuestro prójimo como a nosotros mismos.”