Con los ojos cerrados

“La ética o la moral deben de entenderse no solo como la realización de unas cuantas acciones buenas, sino como la formación de un alma sensible.” (Victoria Camps)
Hace algún tiempo alguien me hizo llegar la historia que hoy utilizare como plataforma para este post, cuando termine de leerlo lo archive para utilizarlo más adelante en uno de mis artículos. Pero esta semana mientras meditaba el tema a compartir, una buena amiga que se ha convertido en una mis fuentes de recursos, me envió un WhatsApp con la misma historia. Así que de inmediato entendí que el universo quien es mi más fiel aliado, y comprendí que ya me había contestado la pregunta que le estaba haciendo a mi corazón.
La historia que da forma a nuestro escrito dice así;
Un joven pregunta a un anciano:
– ¿Se acuerda de mí?
El anciano contesta que no. El joven dice «Fui su alumno».
El profesor pregunta:
– ¿Qué estás haciendo?
– Soy profesor
– Ah, qué bueno ¿Como yo?
– Sí. Me convertí en maestro porque usted me inspiró.
Entonces el profesor le pregunta cómo fue eso y el joven le cuenta la historia:
“Un día, un amigo mío, también estudiante, llegó con un hermoso reloj nuevo y decidí que lo quería para mí. Lo robé, lo saqué de su bolsillo. Poco después mi amigo notó el robo y se quejó a usted, que era nuestro maestro.
Ud. se dirigió a la clase diciendo:
– El reloj de su colega fue robado. Quien lo robó que lo devuelva.
Yo no lo devolví, no quería hacerlo. Ud. cerró la puerta y dijo a todos que se pusieran de pie y que iría a uno por uno para buscar en los bolsillos hasta encontrar el reloj. Pero aclaró que los estudiantes debían mantener los ojos cerrados mientras Ud. lo hacía.
Todos cerraron los ojos y usted fue de bolsillo en bolsillo. Cuando llegó al mío encontró el reloj, lo tomó y continuó buscando en todos. Cuando terminó, dijo: Abran los ojos, ya tenemos el reloj.»
No me dijo nada ni dijo quién había robado el reloj.
Fue el día más vergon